Se cuenta que en 1937 el tirano Trujillo visitó la ciudad de Santiago. Allí sostuvo un encuentro con jóvenes de la zona. Con esa parte de la juventud dominicana el dcitador tuvo un intercambio de palabras en el que puso de manifiesto su visión en cuanto al ingreso de haitianos al territorio nacional y lo que podría ocurrir en el futuro.
Pocos días después de esa jornada se produjo en territorio dominicano lo que nuestra historia conoce como el “corte del 37”, la “Operación Perejil” o “la matanza de haitianos de 1937”. Pero, ¿qué fue lo que dijo Trujillo en aquel encuentro con jóvenes del cibao? De acuerdo a lo investigado por el periodista Hugo A. Ysalguez*, esto fue lo que dijo el sátrapa dominicano:
“Si mis manos se han manchado de sangre, ha sido para salvar de la haitianización del país a la generación de ustedes. “Dentro de cincuenta años, la ocupación pacífica del territorio nacional por parte de Haití significará para ustedes, que los haitianos podrán elegir autoridades dominicanas, podrán poner y disponer, podrán mandar a Duarte y a los Trinitarios al zafacón de la historia y anular para siempre sus ideales y su abnegada lucha, los cuales, ideales y lucha, no tienen ningún sentido para los haitianos.
 |
| Cadáveres haitianos tras la masacre de 1937. Cadáveres haitianos tras la masacre de 1937 (AGENCIAS) |
“Estancados en su error, los haitianos piensan que este lado les pertenece, y como ven que somos gente decentes y pacíficos, mansos vecinos que nunca en la historia les hemos invadido, creen que pueden venir aquí a hacer y a deshacer. Hasta hace poco andaban por ahí robando y matando reses a su antojo, como si fuesen animales silvestres y sin dueños, o como si aquí no hubiera ley ni autoridad. Y ahora han aprendido que aquí hay ley y hay autoridad.
“Jóvenes dominicanos: En esa gente no se puede confiar. Cuiden su país. Y con más ahínco después de mi desaparición del escenario político nacional. Traten de preservar los programas de dominicanización fronteriza que yo he creado, y, ciertamente, extiéndanle la mano al necesitado, concédanle incluso un rincón para vivir como ya hicimos al cederles Hincha, pero no dejen que les invadan su casa ni sus haciendas ni su patria, y mucho menos que se las arrebaten con argucias o con fuerza. Recuerden siempre las palabras sacrosantas de Juan Pablo Duarte: Dios, Patria y Libertad. El patriotismo está por encima de todo y es innegociable”.
(Este artículo está publicado integramente en la sección opinión de El Granero del Sur).
