Opinión

La crisis (crema) Catalana/ Bernardo Vega

Por: Bernardo Vega
Economista e historiador
Europa quedó destrozada con motivo de la Segunda Guerra Mundial. Fueron dos guerras entre países europeos en treinta años. La solución fue evitar enfrentamientos militares en el futuro a través de la creación de la Unión Europea (UE). Desde entonces la guerra es imposible, pues los países se han integrado. Los europeos ahora pueden viajar a y emplearse en cualquier otro país de la Unión; las mercancías fluyen de un país a otro sin pasar por aduanas y lo que se importa desde un tercer país, como la República Dominicana, entra pagando el mismo arancel, no importa el puerto europeo utilizado. El concepto de inversión extranjera ya no existe entre países europeos y las grandes decisiones ya no las puede tomar un gobierno nacional, sino que son adoptadas en Bruselas y, a veces, a través del Parlamento Europeo.
España en la Edad Media estuvo conformada por varios reinos, como Castilla y León, pero luego devino en un solo país. Con la desaparición de Francisco Franco los españoles tuvieron la inteligencia de solicitar su incorporación a la Unión Europea, beneficiándose grandemente de la misma a través de recursos de la Unión para mejorar su infraestructura física y de la apertura tanto para el mercado laboral español en Europa como para la exportación de mercancías.
Es dentro de esa perspectiva de la integración, no de la desintegración, que debe de analizarse el esfuerzo de algunos de convertir a Cataluña en un país independiente. Excepto desde el punto de vista emotivo, esa alternativa no tiene ningún sentido económico, político o social. Existe el precedente del Reino Unido, el cual, como lo dice su nombre, es un reino compuesto por tres países: Inglaterra, Irlanda y Escocia. Este último reino hizo un referéndum con todas las de la ley y decidió no independizarse.
La Unión Europea no aceptaría como miembro a una Cataluña independiente. Imagínense ustedes esa discusión precisamente en Bruselas, Bélgica, donde existe la minoría de los flamencos quienes a veces hablan de independencia.
Si bien es cierto que los catalanes aportan más al presupuesto nacional que lo que ese presupuesto entrega a la región, eso puede resolverse a través de reestructuraciones presupuestarias. La violencia que tuvo lugar en Cataluña el domingo antes pasado, debido a la renuencia de la policía local a impedir el referéndum, contribuye grandemente a empeorar la situación. Lo que procede es que los diferentes partidos políticos españoles se unan y negocien con el gobierno regional de Cataluña.
Imagínense que los dominicanos tuviésemos que sacar una visa catalana para visitar Cataluña, que el PLD tuviese que nombrar a otro compañerito como embajador, en este caso en Barcelona y que las exportaciones dominicanas estuviesen gravadas con impuestos diferentes a los del resto de Europa.
Hace veinte años la región española que lucía con más ímpetu independentista era el país vasco, con su violencia extrema, que incluyó muchos asesinatos. Sin embargo, hoy día no piensan en eso, aunque lo que está ocurriendo en Cataluña podría revivir esos bríos. El voto en Cataluña se organizó sin la debida autorización, supervisión y observación y aún así el resultado a favor de la independencia fue menos del 50% de un padrón cuyo número se desconoce y que permitió a una misma persona votar múltiples veces. Lo horrible es que se haya usado la fuerza pública para impedir el voto. Si los independentistas pensaban contar con el apoyo de la Unión Europea, fracasaron. Y aún si ganan con la pluma, perderían su independencia con la espada, pues sus fuerzas armadas son muy inferiores. Pero otra guerra civil en España es impensable.
Opacado por lo que ocurrió en Cataluña fue el referéndum de los kurdos de Irak, quienes votaron a favor de su independencia, a lo que se opone el propio Irak, pues una tercera parte del territorio lo habitan kurdos y allí hay petróleo. También se oponen Irán y Turquía pues en sus respectivos países hay una fuerte presencia kurda.
Por cierto, Nicolás Maduro apoya el independentismo catalán, solo para contrariar a un Mariano Rajoy, crítico de su gestión. Los rusos, para debilitar Europa y justificar su toma de Crimea y sus esfuerzos en Ucrania, de seguro, como ya nos tienen acostumbrados, harán de las suyas.

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